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La justicia en la «Polis» como objetivo de la filosofía de Platón (tema 49)

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TEMA 49 : LA JUSTICIA EN LA ‘POLIS’ COMO OBJETIVO DE LA FILOSOFÍA DE PLATÓN

Introducción

Para comprender el concepto de justicia dentro de lo que implicaba la ‘polis’ hay que hacerse eco del contexto histórico de la época. Nos encontramos en el s. IV en Atenas, donde la democracia se hallaba en decadencia, tras el esplendor de la época de Pericles. El filósofo Sócrates había sido condenado a muerte por delitos de corrupción a la juventud e impiedad. En la sociedad griega clásica del momento la religión era politeísta y no estaba asociada a la ley moral ni política. Cada ciudadano era libre de adscribirse al culto que quisiera. Sin embargo, el ateísmo estaba condenado. Durante esta circustancia Sócrates muestra que para él está ante todo el cumplimiento de la ley, como se muestra cuando rechaza las oportunidades de salvarse. Platón es discípulo de Sócrates y tras su muerte recoge en forma de «Diálogos» sus enseñanzas y poco a poco va incluyendo también su propia filosofía. Estos diálogos son numerosos y pueden dividirse en cuatro etapas:

1. Diálogos de juventud: en ellos es donde está más presente la figura de Sócrates. «Protágoras» Tema: enseñanza de la virtud.

2. Diálogos de transición: Coinciden con el primer viaje de Platón a Sicilia y la fundación de la Academia. El tema es la política, aunque destacan algunos otros temás como el lenguaje, atendido en el «Crátilo»

3. Diálogos de madurez: En pleno funcionamiento de la Academia desarrolla la teoría de las Ideas. Obras importantes son «República» donde aparece también el mito de la caverna y se habla sobre la justicia y el Estado; el «Banquete» que trata del amor y la amistad y el «Fedón» que trata sobre la inmortalidad del alma.

4. Diálogos de vejez o últimos: Los temas son la argumentación metafísica y la lógica. Obras: «Parménides» y «Teeteto».

Problema:

Platón fue sobretodo un pensador político y siempre estuvo interesado en diseñar el modelo de una ciudad justa. Según él, la causa de la intestabilidad política había que achacársela al relativismo desarrollado por los sofistas, para quienes ni la política, las normas morales, ni la verdad eran absolutas, sino que dependían de la mayor o menor aceptación social de las mismas. A partir de esas diferencias se desarrollan los diálogos que para Sócrates y Platón son la herramienta de búsqueda de la verdad, la justicia y el bien. Así las cosas, se comprueba que la filosofía de Platón tiene como núcleo común la políticca. A esto acompaña la ‘paideia’ o ideal de educación en la antigua Grecia, pues es necesaria para los objetivos políticos. El autor, desarrolla estos aspectos en su obra «República». Ahí, observamos al filósofo como gobernante conocedor del bien y de la verdad y sin el cual la ciudad no podría disfrutar de justicia. Ésta debe residir en un nivel superior al de las opiniones y los sofismas y ser común a todos, incluso que el más fuerte esté sometido a ella. Pero, ¿en qué consiste? Podemos hallar alguna respuesta en el mito de la caverna, explicado en la ya citada «República» (514c-518c) En éste se exponen tres grandes tesis: la necesidad de la educación como tarea de la polis, que el conocimiento no es tarea fácil ni está disponible en idéntico nivel para todos, la distribución de tareas sociales en sintonía con la organización general del conocimiento. En la primera, vemos cómo la caverna actúa de metáfona de una ciudad sumergida en sombras, prisionera de su ignorancia, de sus gobernantes y también de sus gobernados. En la segunda, se muestra una distribución de la sociedad, que podríamos clasificar como meritocracia, según las capacidades de cada uno: prácticas, defensa, gobierno. En la tercera tesis, también expresada con el símil de la línea, vemos cómo el conocimiento clasificado en cuatro grados: imaginación, creencia, pensamiento abstracto o conocimiento matemático y dialéctica o ciencia de las Ideas; supone un camino de ascensión representado por la subida desde la caverna hasta el mundo real donde se haya la luz del sol. Esto enlaza directamente la política con la teoría del conocimiento.

Imbricado en lo anterior se encuentra la teoría ética que va a contener las condiciones para la ciudad ideal. Éstas son:

-Estado educador: el estado platónico ideal es un estado educador porque la educación tiene dos misiones, una genérica que es válida para todos los miembros de la polis como método de liberación y salida del mundo de las sombras, otra específica para los gobernantes, Platón no toleraría que alguien insuficientemente formado accediese al gobierno. Esto obedece a un razonamiento: ¿qué es mejor para la ciudad, un gobierno de ignorantes o un gobierno de sabios? El gobierno de sabios estaría orientado hacia el bien y la justicia y no hacia los intereses privados.

-Eugenesia: Encontramos citas como esta en la «República» (459d) : «que los mejores se acoplen con los mejores y los peores al contrario» con las que parece que Platón deseaba llevar a cabo un proyecto eugenésico de selección de castas dominantes.

-Abolición de la familia y la propiedad privada: La postura de este autor es claramente comunitarista, que no comunista. Esto se debe en parte a una cuestión del momento histórico en que nos encontramos. En la Antigua Grecia no se concebía al individuo fuera de la polis, no existía como tal. Es famoso el verso de Homero que indica que fuera de la polis sólo viven los dioses o las bestias. Por tanto, lo más importante en la sociedad griega clásica es la polis y no la persona. Platón afirmaba además que las instituciones privadas como la familia debían abolirse y ser compartidos los descendientes dentro de la comunidad para servirla mejor. En concreto las clases dirigentes debían prescindir de familia y propiedad privada.

– Igualdad de la mujer: De nuevo en la República encontramos esta idea tan innovadora para la época, «no existe en la administración de la ciudad ninguna tarea que sea propia de la mujer como mujer ni del varón como varón, sino que las dotes naturales están repartidas tanto en unos como en otros» (455d) A pesar de que en otros pasajes observamos comunitarismo de mujeres e hijos.

-Crítica de la democracia: Para este autor la ignorancia y falta de preparación provoca que habitualmente la democracia sea una tiranía encubierta. Así lo expone en «República» (564a) :»de la extrema libertad surge la mayor esclavitud»

Sin embargo, siguiendo su proyecto del estado educador, ¿no sería posible que algún día el poder democrático de ciudadanos responsbles e ilustrados dominase democráticamente la ciudad? Esta objección la respondería el autor con la metáfora de los metales, que a día de hoy, podríamos compararlo con las diferencias que los genes ocasionan en las distintas personalidades humanas: hay personas de oro, otras de plata y otras de bronce y no podemos convertir unas en otras. Pero aún podríamos rebatir esto preguntando a Platón para qué la educación entonces. Pues llanamente, para establecer la justicia que es la felicidad social.

Para todo ello necesitamos que la virtud esté presente tanto en los dirigentes como en los ciudadanos. Así lo desarrollará posteriormente el discípulo de Platón, Aristóteles: «no hay ciudad sin virtud, sin ella no es posible establecer la justicia que es el leitmotiv de toda ciudad»

Esto se logra con armonía. Debe haber una equiparación armónica entre alma y estado. Según la antropología platónica el ser humano se compone de un alma inmortal cuya cárcel es el cuerpo mortal. En ella estan presentes los principios de racionalidad, irascibilidad y apetito. Así como un ser es virtuoso si hay armonía entre esos principios de alma, un estado será virtuoso si hay armonía entre sus partes. De esta manera las tres virtudes principales que puede desarrollar un alama se corresponden con funciones sociales. El principio de racionalidad cuya virtud es la sabiduría o prudencia (‘sophrosine’ en griego) corresponde con los filósofos o gobernantes. El principio de irascibilidad cuya virtud es el valor o la fortaleza corresponde con los guardianes de la polis que tienen la misión de defenderala, y el principio de apetito cuya virtud es la templanza corresponde a los productores: artesanos, labradores, etc.

Detrás de cada concepción política hay siempre una perspectiva ontológica. En el caso de este autor, se trata de la Teoría de las Ideas. Podemos encontrar la definición de ‘Idea’ en el siguiente fragmento del diálogo «Parménides» (132d) : «A mí, me parece, Parménides-dijo Sócrates- que las ideas son modelos, que las cosas están hechas a imagen suya y son sus copias, y que en esto consiste el que las cosas participen de las Ideas» Efectivamente, Platón va a considerar las ideas como moldes perfectos de las cosas, modelos o paradigmas universales. Tienen una preexistencia y existencia independiente y separada de las cosas. Por ejemplo, el cuadrado perfecto o la idea de cuadrado existe independientemente de que nosostros lo pensemos o no o lo conozcamos si quiera. Al igual ocurrre con la idea de justicia o la de belleza. Vemos aquí la clara influencia órfico-pitagórica sobre la filosofía de Platón en cuanto a las realidades matemáticas. Platón extiende esta existencia separada de las cosas no sólo a las ideas matemáticas sino a todos los tipos de ideas. Por tanto, el que mejor preparado estará para gobernar será el conocedor de estas ideas, el idealista o sabio. Pero ¿por qué esto de dos realidades separadas? Encontramos aquí otras de las grandes influencias de Platón, el famoso Heráclito y el devenir constante y el famoso Parménides a quien hemos visto que dedica un diálogo, y quien expone ya que hay dos modos de conocer. Hay un devenir constante en el mundo natural, todo está en continuo cambio, por tanto, cuando yo salgo al mundo a conocer, ¿cómo sé que conozco el mismo árbol que el mes pasado si antes tenía hojas y ahora no?, ¿y la justicia? ¿lo que hoy considero justo el mes próximo no lo será? Si todo está cambiando no podré conocerlo verdaderamente, sin embargo, considero que conozco algunas cosas. ¿Cómo es esto posible? Será que hay dos tipos de conocimiento, uno basado sobre las apariencias y otro el verdadero conocimiento. Así es, de la Teoría de las Ideas se desprende un dualismo metafísico o cosmológico y un dualismo epistemológico. Por un lado tenemos el mundo de las cosas particulares, mundo sensible o visible, y por otro lado tenemos el mundo de las Ideas o inteligible. Estos dos mundos están relacionados entre ellos por la teoría de la ‘mímesis’ o participación. Ello significa que todo lo real participa en mayor o menor medida de las Ideas del mundo sensible.

Si existen dos mundos, tendrá que haber por tanto, dos maneras de acceso a los mismos, es decir, dos tipos de conocimiento. ‘Doxa’ u opinión es el tipo de conocimiento del mundo de las apariencias y ‘episteme’ o ciencia es el tipo de conocimiento del mundo de las Ideas. La ciencia específica de las Ideas y cumbre del proceso cognoscitivo va a ser la ‘dialéctica’. Por debajo de ella estarán otros procederes. En el mundo material, las imágenes son aprehendidas por la imaginacion o conjetura (‘eikasia’), los objetos materiales por la creencia (‘pistis’). Ya en el mundo de las Ideas, previo a las mismas encontramos los objetos matemáticos aprehendidos por la inteligencia discursiva (‘dianoia’) y por último como decimos la ciencia del pensamiento o dialéctica (‘noésis’ o ‘noética’)

Retomando aquí el mito de la caverna, el fondo de la misma es el mundo de las sombras y apariencias o mundo natural cambiante y el mundo exterior donde se encuentra el sol es la verdadera realidad compuesta por el mundo de las Ideas. Utiliza aquí Platón un nuevo mito, el mito del sol. Al igual que el sol ilumina los objetos para que los podamos ver, la idea de Bien es la suprema dentro de todas las ideas y ella permite que podamos conocer el resto. La idea de Bien es al mismo tiempo Bondad, Verdad y Belleza y esto compone la idea de Justicia. Deja aquí planteado Platón que existe una jerarquía entre las Ideas. Esto será retomado por sus seguidores, como por ejemplo, Plotino y San Agustín.

Ahora bien, si las Ideas preexisten a todo lo real, ¿cómo somos capaces de conocerlas? Más que conocerlas son descubiertas, o mejor aún, son recordadas. Esto nos va a llevar a la antropología platónica que también presenta un dualismo. Nuestra alma preexisitó también al cuerpo y contempló previamente las Ideas antes de unirse con él, por tanto, ahora puede recordarlas. Así sentencia el autor: «conocer es recordar» Esto lo conocemos como la teoría de la reminiscencia o ‘anámnesis’. Sólo se puede conocer lo que previamente era sabido por el alma. El conocimiento no puede consistir en la búsqued de lo que uno no sabe porque no sabrá hacia qué dirigirse ni cómo proceder, pero al mismo tiempo el conocimiento no puede permanecer en lo ya conocido porque sería tautológico y no aportaría ninguna ventaja. El proceso de conocimiento consiste en cuatro estadios explicados anteriormente, también conocido como ‘alegoría o símil de la línea’ y donde la dialéctica cumple una doble función ascendente y descendente. En la ascensión se llega hasta lo más alto que es la comprensión de la Idea de Bien y después hay que regresar por dónde se ha transitado para tener un conocimiento general de la situación y poder aplicarlo al gobierno de la polis. El único objetivo de la dialéctica es el gobierno justo y la organización de la comunidad. De nuevo comprobamos que efectivamente, Platón es un pensador político.

El autor recurre al mito del carro alado para explicar su teoría del alma. Ésta es el auriga que conduce dos caballos, uno blanco que representa los impulsos positivos y otro negro que representa los negativos. El alma debe lograr armonía en la conducción para mantener la serenidad durante el camino. El alma que es inmortal tiene un carácter tripartito cuyas partes también hay que armonizar. La racional representa la inteligencia o ‘nous’, razón o ‘logos’ y es divina. La irascible es fuente de las pasiones nobles. La apetitiva es fuente de las pasiones innobles. El autor realiza un esfuerzo por recoger las distintas experiencias presentes en nuestra vida síquica. Como hemos visto anteriormente no en todos los individuos están presentes con igual fuerza las tres partes o funciones anímicas y ello da lugar a la configuración social. La armonía que preside nuestra conducta individual o ética es la misma que ha de ser ley en nuestra vida política, esto lo logramos con la formación de todos los ciudadanos.

Conclusión

La influencia de Platón en la historia del pensamiento ha sido tal que en numerosas ocasiones se dice que toda la historia de la filosofía posterior no es más que un comentario a pie de página de las teorías platónicas. Si ese comentario no fuese exagerado, qué decepcionante habría sido el destino de la filosofía inhabilitada así para descubrir nuevos problemas y discutir nuevas soluciones. Sin embargo es cierto que el cristianismo, del que Nietzsche decía que era platonismo para el pueblo, bebió de las teorías platóncas. Como supremo representante encontramos a San Agustín de Hipona e incluso Sto. Tomás de Aquino toma algunos aspectos. En concreto, la Escolástica, escuela a la que pertenece, será defensora de la tesis platónica de la realidad de las ideas, siendo catalogada de realista en el debate de los universales: defienden que las ideas preexisten a las cosas, son modelos para éstas, perfectos e inmutables. Si bien su influencia más notable es el discípulo de Platón, Aristóteles. Éste precisamente realizará algunas críticas a su maestro. Por ejemplo, para Aristóteles no es posible un modelo perfecto de gobierno, sino que hay que tomar lo mejor de cada forma de gobierno para que sea lo más factible y justo, según el tipo de sociedad o polis. Tampoco apoya la teoría de las Ideas, ni concibe el dualismo entre apariencia y realidad. Defiende sin embargo el Hylemorfismo en el que el alma es principio vital pero en cuanto a capacidad de conocer muere con el cuerpo. En algo en lo que sí están de acuerdo maestro y discípulo es en los peligros de la democracia. A esto se sumará también Nietzsche, quejándose de que tal forma de gobierno fomenta la mediocridad, la moral del rebaño y de los débiles, que ocultan los verdaderos valores del hombre. Pero Nietzsche defenderá que Sócrates y Platón son los responsables del comienzo de la racionalización excesiva que lleva al nihilismo como enfermedad de la cultura occidental.

¿Y a día de hoy? ¿Qué puede aportarnos Platón para un estudiante de secundaria o para nosotros mismos? El ideal de ciudad educadora cuyo objetivo es la justicia y donde eso comienza con un ‘ser justo para nosotros mismos’, es decir, con una ética personal de equilibrio y cultivo de las distintas virtudes para después trasladar eso a nuestra comunidad quizá pueda otorgarnos valiosas herramientas para nuestro mundo desmembrado del siglo XXI.

Bibliografía

Sebastián Salgado González , «Cuadernos Duererías. Historia de la Filosofía I»Duererías, 2012 ISSN 1989-7774

B. Russell, «Historia de la Filosofía», RBA, 2005 Madrid

Platón, «La República», «Fedro», «Parménides», «Fedón», «Fedro», «Banquete», Gredos.

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